Antes me costaba más recordar y hablar de según que cosas, entiendo que era porque remover y rebuscar dentro de uno mismo siempre genera algo de ansiedad y miedos. A día de hoy no me produce pereza sino todo lo contrario. Me gusta! me estaré haciendo un hombre?... no lo creo.
Me acabo de poner un disco que me lleva 15 años atrás, Escapology de Robbie Williams que se publicó en 2002 y es uno de mis discos favoritos desde entonces y voy a dedicar la mañana a tomarme un café y escribir en el blog lo que me venga a la cabeza de cuando era pequeño o adolescente.
De niño en el colegio no era listo pero si trabajador y responsable. Nunca fui el más listo ni el más tonto de la clase. Nunca fui el mas guapo pero tampoco el más feo de la clase. Nunca fui el ligón pero tampoco me quejaré por eso. Sabía moverme y arrimarme al fuego que más calienta cuando había problemas en la clase o patio y no me he pegado nunca con nadie, ni entonces ni ahora.
Recuerdo un chico que me quería pegar por decir que su chica estaba muy buena. Se me puso delante y comenzó a gritarme y amenazarme. Yo nervioso y tímido le contesté que sí, que había dicho eso y que me parecía la verdad y que si por decir aquello veía conveniente sacudirme yo no le llevaría la contraria. Razonar la respuesta y mi falta de interés por la pelea le dejó fuera de juego, se agobió y se marchó. Siempre recuerdo ese día porque me gustó mi reacción y porque nunca había estado tan cerca de recibir un par de puñetazos.
Cuando era pequeño vivíamos mis 3 hermanos, mis padres y yo en nuestro piso de Tarazona. Mis hermanos mayores compartían habitación, mi hermana tenía la suya con sus pósters y carpetas de la Super Pop y yo el cuarto más pequeño con mi cama de 80. Estudiaba un par de páginas y mi premio por cada dos páginas memorizadas era escuchar y cantar una canción. Recuerdo que había una estantería en la que pegué un rotulador azul con celo y quedaba justo a la altura de mi boca. En ese rotulador cantaba todos los días canciones escuchándome y tratando de afinar correctamente. Con el paso del tiempo ese rotulador me quedaba bajo y cada vez tenía más vergüenza cuando mi madre abría la puerta de mi habiración y me pillaba en mi concierto imaginario. ¡Me estaba haciendo mayor!
Al poco tiempo me vi en un Karaoke televisado rodeado de cámaras y saliendo en TVE con 6 millones de media de espectadores.
Cuando era pequeño jugaba a que mi vida era una especie de serie de televisión y todo tenía que ser precioso y perfecto. Aún juego a eso a veces pero ahora ya no busco la perfección y soy más consciente de que las películas que me gustan son crudas como la vida misma y a veces realmente jodidas.
A día de hoy, un buen amigo aún me dice que me creo el protagonista de una película propia. El tío es uno de mis mejores amigos y me conoce realmente bien.
Cuando era adolescente me compré una moto de 49cc. Era la moto que mis padres me podían comprar y a pesar de que muchos de los chicos de entonces se reían de mi moto yo pensaba tener la más guapa de todas. Era roja y le puse una pegatina de Michael Jackson en el depósito. No corría mucho ni podía llevar a otro pasajero conmigo pero a veces lo hacía con alguna chavala y creo que cuando la policia de Tarazona me paraba me comprendía y me dejaba seguir. Aún conservo esa moto en el garaje de mi padre y está perfecta, funciona perfectamente y la pegatina del depósito intacta.
Cuando era pequeño era batería, comencé a estudiar música con 9 años y me presenté a OT con 19 sólo por un "no hay huevos". También porque pinchaba en un bar de jóvenes y a veces sacaba el micro y cantaba para animar al personal. Fue cuando vi que se ligaba más cantando que de batería. Resulta que luego salí en la tele y al salir podía quedar con las tías mas buenas de mi instituto pero aquello no me gustaba. Todo era falso y opté por no aprovechar esa baza. Esperé a conocer a alguien de verdad y dejarme de hostias! Esa temporada coincide con la decisión de dejar la ciudad donde crecí para venirme a Madrid donde podía volver a empezar y alejarme del friki que salió en la tele.
Recuerdo tocar fondo un día que desperté con una resaca como un piano. Estaba en un piso de alguien por Antón Martín, no tenía dinero y no sabía donde había dejado el coche. Había perdido el móvil. Estaba bien jodido. Ese día marcó un antes y un después en mi vida.
Y a día de hoy... acabo de terminar un verano cojonudo y ahora tengo que trabajar para publicar algún tema nuevo. A día de hoy trabajo con serenidad y honestidad y por pura satisfacción personal. Sin presiones y sin querer estar ni llegar a ningún lado concreto. Busco la mejor versión de mi mismo y disfruto haciéndolo con unos amigos músicos con los que puedo contar. ¿Que mejor que eso? Grabé tres temas nuevos este verano que quiero compartir pronto. El aliado perfecto, No sé que necesito y Qué más puedo decir. Y espero poder entrar al estudio en cuanto cambiemos de año para seguir grabando más cosas. Así llevo en mente estar a lo tonto entre unas cosas y otras hasta cumplir 70 años y poder tener una mecedora cojonuda en la que sentarme para contar todas mis anécdotas. No es fácil pero si es bien sencillo.
Termino subiendo algunas fotos nuevas que me hicieron este año 2018 para dejar constancia en el mundo de internet del paso del tiempo sobre mi esqueleto y que salgan las fotos en google. Gracias si has llegado hasta aquí porque eso quiere decir que te entretienen mis movidas y eso me parece algo realmente acojonante.
Este es mi blog, donde escribo sin pensar y solamente lo que pienso.
Besos y abrazos...