Que difícil es a veces ver el lado bueno de las cosas no tan buenas, de los momentos difíciles. Hoy me he levantado y con un café en la mano, en una mañana fría de enero y sufriendo una pequeña crisis en lo que a mis ocupaciones personales se refiere, he querido escribir estas líneas buscando el lado bueno de la crisis.
Y es que tratar de ver las cosas buenas en esos momentos más complicados no es algo de locos. No por tratar de tener esta visión uno es inconsciente o ingenuo. Quede claro que soy el primero en estar preocupado con muchas de las cosas que vivo actualmente como joven de treinta años en este país pero no por ello voy a dejar de nadar aunque el agua llegue al cuello. Espero que no dejen que suba más ya que del cuello a la nariz va muy poco y por ahí es por donde respiramos todos.
La crisis está sacando cosas buenas de las personas. Ya es sabido por la experiencia de cada uno que el ser humano es especialista en ignorar y no valorar lo que tiene hasta que lo pierde. El amor lo valoras al perderlo, los trabajos buenos, la salud, etc. Cuando lo tienes hasta en el trabajo de tu vida, por ejemplo, eres capaz de quejarte a diario por un motivo o por otro. Por lo tanto la primera conclusión que saco es justo esa. Esta crisis está ayudando a que la gente pueda ver y comparar en que situación ha vivido y las cosas buenas que ha tenido en la vida. Perder las cosas hace valorarlas y saborearlas con más y mejor criterio.
Veo cosas ahora que casi habían desaparecido. De pronto la crisis las ha vuelto a traer a nuestro día a día.
Hace unos años el joven que iba a la ciudad, se iniciaba en la informática, vestía a la moda y cambiaba de trabajo cada año y medio era la envidia y un sinónimo de que le iban bien las cosas. Hoy en día la gente joven que más mola, a mi parecer y por lo que veo por ahí, son aquellos que viven en un pueblo/ciudad y tienen calidad de vida. Los que tienen el talento y la capacidad de no ser víctimas de su teléfono inteligente, redes sociales e internet son los que saben vivir bien. Los que visten como quieren y tienen un trabajo en el que llevan y esperan llevar años. Los que vuelven a la vida rural y se compran un perro y ocho gallinas son los que más molan.
Con la crisis, la gente tiene tiempo de hacer lo que de verdad le gusta. La crisis pone en su sitio a los impostores que elegían una profesión solo por tener más éxito, más vacaciones o mejores sueldos. ¡No amigos! ahora solo tienes sitio en una profesión si realmente demuestras que la amas de verdad y luchas por ser el mejor. La crisis hace que la ley de comprar, tirar, comprar (documental que recomiendo ver) sea menos ley y que la gente vuelva un poco al trueque, utilice más y mejor las cosas y las venda o cambie por otras que necesita.
La crisis quitará poco a los pobres porque poco tienen y mucho a los ricos ya que son ellos los que lo tienen y por lo tanto los que tendrán que pagarla. Por dos motivos fundamentales; porque tienen con que pagarla y porque el que tengan solo ellos con que pagarla es el motivo de que exista a su vez dicha crisis.
La crisis ha cambiado las cosas, porque las cosas cambian y siempre lo han hecho a lo largo de la historia. Los cambios no son ni a mejor ni a peor ya que nunca se dan y presentan dos opciones para comparar. Simplemente son cambios y hay que estar a la altura de ellos. Adaptarse, sobrevivir y no quedarse en una butaca comparando y soltando adjetivos de como le parecen a uno mismo las cosas. Y esto es lo que nos toca vivir. No nos ha tocado una buena época pero tampoco la peor. Y si así es como quiero ver las cosas es así como son en mi realidad. Ya me dirás como son en la tuya.
Mario Martínez