miércoles, 9 de septiembre de 2015

A veces pienso cosas como esta... ¡buena noches!

Una celebración de esas en las que eres consciente del exceso y a pesar de saberlo quieres hacerlo. Un día entero de fiesta y cuando ya se hace la noche, una amiga te dice:

- ¡Tu deja de vivir en tus canciones románticas y abre los ojos!-

Son frases fugaces que deberían quedar en una simple borrachera pero que quedan en mi cabeza. ¿Esa persona no sabe que quizá prefiera no abrirlos? ¿O que los mantengo más abiertos de lo que cree?

Es como si le dices al azul que sea menos azul. Como si le hubieras dicho a Paco de Lucia que se deje de guitarra y se centre. Como si el paso de los años fuera incompatible a seguir soñando. Como si las personas con los años estuvieran obligadas a dejar de hacer caso a la intuición para hacer lo que dicen en las noticias que dicen lo políticos que dicen que es lo correcto. ¡Así nos va!

Hace bien poco otro conocido en una noche larga después de un concierto me pregunto que como me iba. Me recomendó que sentará la cabeza, que hiciera algo con lo que ganase dinero y que ya era hora de pensar en montar una familia y centrarme. Desde que el estaba casado y con sus dos hijos y su trabajo de funcionario estaba mucho mejor me comentaba el individuo. Lo curioso de este consejo es que me lo decía a las 5 de la mañana, borracho como una cuba, con una prostituta en cada brazo y con el caño de la nariz blanco con restos de cocaína. ¡¡¡sabio consejo, ¿Así como tu?!!!

Muchas veces pienso en lo bien que nos iría todo si los fontaneros se dedicaran a la fontanería. Si los maestros a la enseñanza y no los profesores que dicen serlo por terminar unos años de carrera para tener dinero fijo y vivir cómodamente. Si los pintores fueran los que pintan cuadros, los guitarristas tocasen la guitarra, los camareros pusieran copas y no los que necesitan dinero sin más. Me gustaría conocer un mundo donde las compañías de discos los llevaran amantes y locos por la música y no amantes del dinero. Me gustaría que los concejales de festejos vivieran en teatros, conciertos y cines... no en una despacho con corbata. Es tan absurdo como real este razonamiento, por desgracia.

Por otro lado, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo y la vida no es muy larga pero es lo suficiente como para tener tiempo a pillar a los impostores un par de veces al menos.

Seguiremos viviendo con interés para ver este tipo de cosas...

Buenas noches.

Mario

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